CAUCES LIMPIOS

Ríos limpios, ríos sanos. Hoy día es un lema utópico y casi imposible de lograr. Los ríos europeos, los ríos españoles, los ríos aragoneses están contaminados y llenos de residuos. En su lecho todo cabe y todo queda aparentemente sepultado. Pero no sólo está sucio el cauce, están sucias también sus riberas y todo su entorno. Cada vez que hay una avenida, como la que está sufriendo el Ebro durante estos días, los responsables de la Confederación Hidrográfica del Ebro y los responsables políticos muestran una cierta preocupación por las consecuencias que pueden producir estas inusuales riadas. Y es que suele ocurrir que sólo se buscan soluciones cuando el daño es evidente y notable. Así nunca llegaremos a nada.

Es una pena que el cauce del Ebro anegue campos de cultivo, corte caminos y llegue hasta alguno de los núcleos urbanos que se benefician de sus aguas. ¿Cuál es entonces el problema? ¿Se han regulado bien los embalses de la cabecera del río? ¿Se han previsto con antelación estas avenidas de primavera? ¿Se ha limpiado el cauce? Todos los factores confluyen en la problemática de casi todos los años. Pero la mayoría tienen solución. Y uno de ellos es limpiar bien los cauces en el periodo de estiaje. ¡Qué pena da ver el río Aragón a su paso por Villanúa salpicado de residuos y vertidos! ¡ Qué lástima produce el río Ara a su paso por Boltaña! O el río Guadalope a su paso por Aliaga, o el Huerva en las cercanías de Mezalocha,... La lista sería muy larga. Y el eslogan, evidente: ríos sucios, ríos sin futuro.