sábado, 14 de abril de 2007

AL CALOR DE LAS PEÑAS




Hoy hemos compartido la comida en una peña zaragozana situada en el barrio de la Jota. Se llama la peña La Fogata y está situada en la calle Río Piedra, enfrente del instituto Río Gállego y a pocos metros del cauce de este río, poco antes de desembocar en el Ebro.


El ambiente ha sido magnífico; el marco, acogedor y la acogida, excepcional. Esta peña tiene casi seiscientos socios y está perfectamente organizada en todos los sentidos. Celebran las efemérides más importantes y están presentes en los actos más relevantes de las fiestas de la ciudad: carnaval, cincomarzada, día de Aragón y, por supuesto, en las fiestas del Pilar.


¿Qué sería de las fiestas de los pueblos y de las ciudades sin las peñas? Volveríamos a épocas ya olvidadas en las que la gente huía de las ciudades y la fiesta era sólo un desfile de carrozas con sus reinas y damas, de cara a la galería. Las peñas le otorgan a la fiesta un tono especial. Son el corazón del pueblo y el pulmón de la alegría. Además, sus componentes conviven, colaboran y comparten juntos los mejores momentos. Hoy lo he podido comprobar en el local de la peña La Fogata. Como ella hay muchas más a lo largo de la geografía aragonesa.

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