El sueño de participar en la Liga de Campeones se va esfumando poco a poco para el Real Zaragoza. Los cuatro rivales de arriba no han fallado. Y el equipo aragonés ha dado una imagen poco esperanzadora en el campo del Osasuna. Puede estar contento con el empate en el último suspiro, porque su juego ha sido timorato, lento y especulativo. Frente a él, el equipo de Ziganda lo ha dado todo en el campo desde el primer minuto. Y eso que el entrenador ha dado descanso a varios titulares y que está inmerso todavía en dos competiciones. Lo que he visto en televisión es que el Osasuna jugaba a ganar el partido y que el Zaragoza - aunque me duele decirlo -jugaba con el freno de mano puesto, a contemporizar.
No me ha gustado el equipo aragonés. No me ha gustado Piqué como medio - es un lujo tener a Celades, Movilla y Longás en el banquillo -. No me ha gustado D'Alessandro - ¿qué espera Víctor Fernández para poner a Lafita en su lugar? No me ha gustado Ewerton, que ha andado perdido casi todo el partido. Y no me ha gustado el planteamiento del entrenador aragonés. Por eso el empate sabe a gloria. Aunque la meta esté cada vez más lejana y los jugadores se resignen a jugar la UEFA en la próxima temporada. Un premio menor, pero suficiente, para un equipo al que le sigue faltando ambición, espíritu de lucha y más rotaciones.
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