Esta tarde ha terminado en el salón de actos de la Biblioteca de Aragón la I Semana de la Poesía Última. Sólo he podido asistir dos días, pero han sido suficientes para empaparme como una esponja del latido interior de poetas jóvenes y menos jóvenes, que no suelen figurar en las antologías, que comparten su vocación con otras ocupaciones y que han elegido el camino de la creación poética como un vehículo privilegiado para luchar contra la rutina, contra lo gris y contra la innecesaria crispación cotidiana.
POETAS.
Poetas desde dentro.
Poetas contra todo y contra todos.
Creadores de un verbo diferente
que rompe la rutina de los días
y elude el poso amargo de las horas.
POETAS.
Personas con el verbo a contratiempo.
Sinceros portavoces de verdades
olvidadas sin más
en el negro baúl de los fantasmas.
POETAS.
Esponjas de un presente acelerado.
Profetas de la voz y la palabra.
Audaces portavoces de unos sueños,
utópicos, tal vez,
pero rabiosamente imprescindibles.
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