Los aficionados del Real Zaragoza hemos vivido una jornada deportiva altamente positiva. Aunque todavía quedan nueve partidos - algunos de ellos realmente complicados -, aunque quedan aún 27 puntos por disputarse, el equipo de la capital aragonesa está dando grandes de alegrías a sus seguidores. Por eso es tiempo para soñar, tiempo para mirar hacia arriba, tiempo para mantener la ilusión y, sobre todo, la tensión competitiva.
No pude ver ni en directo ni por la pequeña pantalla el partido contra el Barcelona. Me contenté con oírlo por la radio y con sufrir desde lejos de La Romareda. Y me alegré cuando el árbitro decretó el final del encuentro. Eran tres puntos de oro. Dos horas después, con la derrota del Valencia en San Mamés, pude contemplar al Real Zaragoza en la cuarta plaza de la clasificación, en plena Liga de Campeones y con las aspiraciones intactas para ganar la liga. Sería el mejor premio para celebrar el 75 aniversario del club. De momento, a soñar. Y a pensar en Tarragona. Hay que ir partido a partido, peldaño tras peldaño. Todo no se va a ganar. Pero, si juegan como ayer, con esa garra, con esa actitud, aún podemos disfrutar de más tardes inolvidables. De más tardes de gloria. De más tardes de cielo.
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