Noche de goles, noche de lluvia, noche de tormenta en La Romareda. Después de un inicio casi fulgurante del equipo aragonés, el público terminó pidiendo la hora. ¿Qué ocurrió? Tal vez fue el conformismo, la relajación o la reacción final del equipo vasco. Pero sucedió lo que nadie se esperaba después del 4 a 1 del descanso. El equipo perdió fuelle. Víctor volvió a tardar demasiado en hacer los cambios y, en pocos minutos, el equipo rival se metió de nuevo en el partido y estuvo a punto de aguarnos la fiesta. (De agua andábamos ya sobrados).
Lo único positivo es que la UEFA está casi asegurada. Ahora va a tener oportunidad el entrenador aragonés de dar minutos a los jugadores suplentes y a alguno del filial. Hay que pensar en la próxima temporada y planificar con la cabeza. Hay jugadores que deben decidir su futuro en otro equipo y otros que se tendrán que incorporar. Que no vuelva a ocurrir lo de las últimas temporadas: el Real Zaragoza cayó eliminado a las primeras de cambio en esta competición europea menor. Por eso hay que equilibrar bien la plantilla. Y dar oportunidades a las jóvenes promesas del filial que están llamando a la puerta. Valeriano Jarné lo sabe y nos lo recuerda con frecuencia. Sería una lástima que tuvieran que emigrar a otros equipos o jugar cedidos en clubes de primera o segunda división. El tiempo nos lo dirá.
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