La rotunda victoria del Getafe ayer noche en el partido de vuelta de la Copa del Rey contra el todopoderoso Barcelona, da pie a diversas lecturas, casi todas ellas en la misma dirección. De entrada, está claro que al equipo de Frank Rijkaard le faltó actitud en el campo, le faltó motivación y le sobraron toneladas de prepotencia. En cambio, al equipo de Schuster le sobró motivación y le sobró entrega en el campo.
Ayer asistimos a un enfrentamiento entre uno de los equipos más ricos del mundo, formado a golpe de talonario y que desprecia olímpicamente a su cantera, y uno de los equipos más modestos de la primera división española, formado por jóvenes promesas y algún fichaje de refuerzo. Pero eso sí, en el que cada uno sabe lo que hace, empezando por el presidente y por el entrenador.
Me alegro por el Getafe - aunque esto suponga una plaza menos para la UEFA -, me alegro por el triunfo de la cantera, me alegro por el triunfo de los equipos modestos - algo similar le ocurre al Espanyol en Europa. A ver si aprenden los presidentes, técnicos, ojeadores,... Y me alegro por el Almería que este fin de semana será equipo de primera.
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