La humillante derrota del CAI baloncesto en el quinto y último partido para el ascenso a la ACB contra el Climalia de León invita a varias reflexiones. Lo que está claro es que ganó un equipo conjuntado, luchador, ordenado y coherente contra una suma de individualidades, fichados a golpe de talonario, y que intentaron hacer cada uno la guerra por su cuenta.
Mucho tendrán que hacer los dirigentes del club y el director técnico para enderezar una nave que ha estado a punto de naufragar en varias ocasiones. En principio, hay que empezar por la base y formar un grupo compacto, con jugadores de la cantera, que sientan de verdad los colores. Después hay que acertar con el técnico adecuado y, en tercer lugar, hay que ser más coherentes a la hora de fichar. Porque lo de esta temporada con 19 fichajes ha sido una locura.
La marea roja está triste y decepcionada un año más. (Y ya van cinco) Porque, cuando no se hacen bien las cosas, sólo puede surgir el milagro. Y los milagros en el deporte no existen. A ver si de una vez por todas reflexionan, reaccionan y sientan unas bases firmes. Tienen unos meses por delante y no les debe faltar la imaginación. La ciudad se merece un equipo en la ACB.
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