La rápida eliminatoria del Drac Inca a manos del equipo zaragozano de baloncesto había dejado un buen sabor de boca entre los aficionados. Pero lo de ayer fue la cruz de la moneda. Bastaron unos minutos para comprobar varias evidencias: que el CAI no tiene un bloque compacto, que tiene una defensa de porcelana, que no sabe cómo frenar a los lanzadores exteriores y que su entrenador aún no tiene las ideas muy claras.
Desde los primeros compases del partido, el León llevó totalmente la iniciativa, de la mano de un grandioso Quinteros y de un no menos eficaz Hughes. El CAI recibió tal chaparrón de canastas desde el exterior que, cuando quiso, ya no pudo reaccionar. Ni hubo acierto, ni hubo suerte, ni hubo coordinación. No hubo nada.
No sé si mañana cambiará mucho el panorama. Espero y deseo que sí. En caso contrario, el CAI tendrá que luchar contracorriente y se puede repetir la historia de los cuatro años anteriores. Sería un golpe bajo muy fuerte para una afición tan fiel. Pero las preguntas están en la mente de muchos: ¿Por qué se fichó a Howard Brown? ¿Qué está aportanto? ¿Qué le ocurre a Crispin? ¿Está marginado Angulo? ¿Dónde está la cantera? ¿Se puede hablar de planificación coherente después de tantos cambios de timón y fichajes acelerados? La respuesta es compleja, pero algún día habrá que solucionar estos problemas. Eso sí, mejor que sea desde la ACB, pronto, muy pronto, a finales de mayo.
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