lunes, 26 de noviembre de 2007

UN TRISTE EMPATE


En pocas palabras se puede resumir el encuentro de ayer entre el Real Zaragoza y el Getafe. Desde el principio, se antojaba difícil derrotar al equipo madrileño, un conjunto ordenado, con buen fondo físico y con un entrenador que sabe a qué juega. Aunque el equipo local no comenzó mal, enseguida se deshinchó el globo de la euforia y el partido se convirtió en un aburrido toma y daca que no llevaba a ninguna parte. Así acabaron, por tanto, los primeros cuarenta y cinco minutos. Sin pena ni gloria.
La reanudación no fue mejor, sino todo lo contrario. El Getafe se fue creciendo y se acercó con peligro al área local. Hasta que llegó el gol debido a un despiste colectivo a los que el Zaragoza nos tiene acostumbrados. Luego llegaron las prisas, los cambios, la ansiedad...Y sólo una falta lanzada con picardía por D'Alessandro supuso un simple empate, que deja un nuevo sabor agridulce en la afición.
Como notas positivas de esta noche fría y desapacible en la Romareda, el debú del joven Valero como lateral izquierdo - que cumplió con creces - y el estreno en liga de Celades, que mantuvo el tipo hasta que fue sustituido. Por lo demás, más de lo mismo: gritos hacia el palco, hacia el entrenador y hacia los propios protagonistas de la noche. El Zaragoza sigue en tierra de nadie y, lo que es peor, mirando más hacia el final de la tabla clasificatoria que hacia los puestos nobles que apuntan a Europa. La reflexión no se hace esperar: ¿qué tiene que cambiar en este equipo? Cada vez hay menos tiempo. Y la afición se impacienta y muestra cada día más su decepción en una temporada que, si no da un giro radical, acabará con el equipo en tierra de nadie o luchando para evitar el descenso.

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