lunes, 14 de mayo de 2007

UN JUGUETE ROTO


Tenía cierta ilusión por contemplar en la pequeña pantalla el partido del Real Zaragoza en Mestalla contra el Valencia. Pero esta ilusión, que venía acompañada de recelo, se desvaneció a los pocos minutos. El Zaragoza apareció apocado, deslavazado, pasivo, sin personalidad. Un planteamiento aparentemente audaz, estaba condenado al fracaso. Y la primera parte fue un monólogo del Valencia contra un equipo que ya lleva más de un mes dando muestras de cansancio, de desplome, de fragilidad. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: dos goles en cuarenta y cinco minutos que pudieron ser muchos más.

El entrenador aragonés se equivocó una vez más en el planteamiento. Aunque no toda la culpa fue suya, ni mucho menos. Pero dejó en el banquillo a un Longás organizador y apostó por un Óscar que no llegó a encontrar su sitio. Además, tardó mucho en hacer los cambios, que tampoco sirvieron para nada. Dicen que la segunda parte fue algo mejor (no quise ver nada más después del segundo gol). Pero la verdad es que el Valencia se replegó y no quiso hacer demasiada sangre. Una lástima. A ver si reflexionan todos y el sábado vemos a un equipo distinto: más motivado, más organizado y menos especulativo.

Es una pena que el sueño de la Champions se haya desvanecido totalmente. A ver si el de la Uefa mantiene la ilusión de los aficionados hasta la última jornada. De todos modos, el cambio de timón es obligado para la próxima temporada. Hacen falta jugadores más comprometidos. Aunque no sean figuras de primera fila. Y que luchen, como Zapater. Y que sientan más los colores.

1 comentario:

Fernando dijo...

lo bueno del fútbol es que enseguida hay otro momento para la ilusión...