sábado, 30 de junio de 2007

ODA A LA PORRA


A la entrada del pueblo turolense de Aliaga hay una piedra erguida, a orillas del río La Val, que se ha convertido en todo un símbolo para vecinos y visitantes. Su verticalidad, su ubicación y su esbeltez, atraen a turistas y escaladores. Este soneto es un homenaje a este mito de mi infancia.


Enhiesta piedra dura y silenciosa
apuntas impasible hacia ese cielo
que sirve al caminante de consuelo
y trazas nuevas rutas, orgullosa.

Piedra de soledad, tan caprichosa,
que llamas la atención a contrapelo
de toda la armonía, afán, anhelo
que manifiestas, sí, cual simple losa.

Coronas la armonía del paisaje
cual una diosa gris, apasionada
de tantos que no entienden tu lenguaje.

Testigo del latir de la jornada
dibujas tu perfil cual dócil paje
del río de La Val, enamorada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu blog "luces y sombras", se nota que es mucho más personal y cuidado en las formas y aparecen tratados con esmero el tema literario y el deportivo, supongo son tus preferidos...
estupendo blog!