La tarde de Reyes tiene un sabor agridulce, como de despedida de unos días de relajación y de vida en familia. Y este año se añade el ingrediente del coronavirus, que nos ha partido a todos por medio. Debajo de esa engorrosa mascarilla, adivinamos semblantes tristes, preocupados, cariacontecidos. Ni los más pesimistas pensaban hace poco más de nueve meses que íbamos a seguir así, esperando un milagro que no acaba de llegar. Los malo es que al final siempre lo pagan los más vulnerables tanto en salud como económicamente. Es verdad que es difícil buscar el equilibrio. Pero que quede claro que ni la cultura ni la hostelería ni el deporte tienen toda la culpa del incremento de contagios. La mayoría proceden de ciudadanos irresponsables durante las celebraciones navideñas con familiares y amigos. Seria un error tener que volver a un segundo confinamiento. La salud mental también es importante, señores políticos.
En esta tarde de y para los niños habrá que pedir a los Magos de Oriente más salud, más sentido común, más tolerancia y que la vacuna sea más rápida y más eficaz. Poco a poco va ganando el día a la noche. Pero todavía nos sorprende la larga sombra crepuscular. Y dicen que vienen copiosas nevadas. A ver si es verdad y se cumple el refrán. Poco tiene que mejorar 2021 para superar con creces al nefasto y casi olvidado 2020. Y mañana vuelta a la bendita rutina. Lástima que
no podamos ir a Aliaga. Ya son casi tres meses de confinamiento provincial. ¿Habrá servido para algo?
1 comentario:
Este día es para los niños que disfrutan con sus nuevos regalos, a veces tan numerosos que no dejan que los niños se centren.
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