Selecciono una fotografía de la portada del Diario de Teruel en la que aparece el pantano de Aliaga -o lo poco que queda de él- cubierto totalmente por una espesa capa de hielo. No es la primera vez. Pero es una de las más llamativas. Habría que remontarse al invierno de 2001 para encontrar unas temperaturas que rondaran los 20 grados bajo cero. Y es que Filomena ha llegado con fuerza a toda la provincia.
En la fotografía, un joven de la localidad se muestra tranquilo y seguro sobre ese nuevo suelo blanco y congelado. Y al fondo, un telón conocido pero poco atrayente: el esqueleto de la central, que está esperando una reforma que se prolonga desde su clausura definitiva en 1982. Es una pena que todo siga igual. Que predomine el silencio, la soledad y el abandono. Y lo peor de todo es que, al menos a corto plazo, no se vea un futuro en esta zona abandonada de las Cuencas Mineras.
Este año será más largo el invierno, más larga la ausencia, más alargada la sombra de los recuerdos. Pero habrá que tener esperanza. Para la primavera o el verano habrá que regresar a las raíces. Y si puede ser vacunados e inmunizados mejor que mejor.
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