Anoche me quedé viendo las noticias de última hora hasta las tantas y casi me desvelé. Durante los primeros minutos me frotaba los ojos con incredulidad mientras contemplaba las sorprendentes imágenes que llegaban desde la sede del congreso y del senado de los Estados Unidos en Washington. La turba de descerebrados que invadían la sede parlamentaria me recordó el 23 de febrero de 1981 cuando otro descerebrado como Trump encabezó una asonada en el congreso de los diputados porque, al igual que los furibundos trumpistas, no estaba de acuerdo con un gobierno elegido democráticamente en las urnas.
¿Qué pintaría nuestro inmortal Francisco de Goya si hubiera presenciado tan decimonónico espectáculo? ¿Qué obra tragicómica escribiría Valle-Inclan, cual un nuevo esperpento del siglo XXI?¿Crearía Sender un nuevo relato como el ya famoso Chandrío en la plaza de las Cortes?
Lo cierto es que lo que ocurrió ayer tarde en el corazón de la capital americana pasará a la historia de la democracia más antigua del mundo como una mancha imborrable en los anales de la Historia. Es de esperar que estos actos incívicos propios de una república bananera no se extiendan como manchas de aceite a otros países. Y eso sí, que Donald Trump regrese a la caverna de donde nunca debió salir.
1 comentario:
Ha sido un esperpento. Muchas personas no dabámos crédito a lo que estábamos viendo. Bochornoso por calificarlo con un adjetivo suave. Pero los comentarios se han acallado con la presencia de Filomena que e ahora nuestra preocupación.
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