Se veía venir. La actitud del jugador argentino del Real Zaragoza D'Alessandro en el entrenamiento de ayer, enfrentándose airada e insolentemente al entrenador, Víctor Fernández, ha sido la gota que ha colmado el vaso de una trayectoria que va de mal en peor. La sanción ha tardado en llegar. Y creo que ha sido demasiado blanda. Jugadores así no merecen vestir ni un minuto más la camiseta del Real Zaragoza. ¿Por qué se le renovó? ¿Es que no conocían su carácter y los problemas que tuvo en otros equipos?
Lo peor de todo es que, al final, el que pagará los platos rotos será el entrenador. Si no hay disciplina en un equipo, todo lo demás es intrascendente. Si no se actúa con prontitud y eficacia, puede ocurrir un efecto dominó. Porque la indisciplina se contagia y el respeto es cada vez un don más preciado. No sé lo que ocurrirá el domingo en el partido contra el Villarreal. Algunos quizás apoyen y aplaudan al "héroe" argentino. Se les cae la baba porque realiza algún recorte ingenioso. Porque da la impresión de que a veces sólo juega "el cabezón" y diez más. Mal pintan las cosas en el club de nuestros amores. Y si los acontecimientos no dan un giro radical, tenemos polémica para rato.
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