Los aficionados que nos hemos acercado esta tarde a La Romareda hemos disfrutado, por fin, de un buen partido, de un partido completo. Antes de comenzar el encuentro, había un cierto temor y una cierta expectativa por ver al nuevo Real Zaragoza, con jugadores habituales del banquillo como titulares y con algunos jugadores conflictivos o en baja forma, en el banquillo. Llegaba un Villarreal crecido, que juega de memoria y practica uno de los mejores juegos colectivos de la liga y todos nos temíamos un nuevo traspiés. Pero, afortunadamente, no ha sido así. Los jugadores locales han empezado a tocar el balón sin florituras, sin individualismos y hemos podido contemplar un juego de equipo como no se había visto desde agosto.
No ha sido un partido brillante, pero sí un encuentro que deja buenas sensaciones. Óscar y Sergio García han demostrado con su juego y sus goles que merecen un puesto en el once. Zapater ha estado inconmensurable, sobre todo en la primera parte. Y Ayala ya vuelve partido tras partido al defensa argentino que triunfó en el Valencia. El Zaragoza ha marcado cuatro goles al Villarreal y ha brindado a la afición una tarde de fiesta. Lástima que la dicha no ha sido completa, ya que poco después del inicio de la segunda parte se ha lesionado Cuartero, el veterano capitán que acababa de reaparecer en el lateral izquierdo. Esperemos no sea tan grave como apuntan los primeros pronósticos.
Como anécdotas del partido, hay que reseñar que nos han visitado dos ilustres del arbitraje español: el famoso linier Rafa Guerrero - ¿recuerdan su protagonismo hace unos años en aquel encuentro contra el Barcelona?- y el polémico colegiado Iturralde González, con ansias de protagonismo y con las tarjetas por bandera: Pavón y Ayala han sido dos de los perjudicados. Por lo demás, que siga la fiesta. ¡Ah! Se me olvidaba un detalle: ¿por qué saca Víctor a D'Alessandro al terreno de juego cuando el partido ya estaba decidido? Él sabrá por qué, pero muy pocos lo hemos entendido.
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