El camino del Real Zaragoza en este inicio de liga es lento, incierto, sinuoso y poco, muy poco eficaz. Después de lo visto esta noche en la catedral del fútbol español, podemos afirmar sin titubeos que el equipo de Víctor Fernández continúa avanzando a paso de tortuga. Empate tras empate, el Zaragoza se podría plantar al final de la liga con treinta y ocho puntos. Esperamos y deseamos que no sea así, pero los números cantan y la eficacia goleadora y la seguridad en la defensa dejan todavía mucho que desear.
No todo ha sido negativo en el partido de esta noche. Ni mucho menos. Hemos podido observar a un Gabi inmenso, a un Aimar un poco más inspirado y a un César Sánchez que, aunque ha hecho la estatua en el gol encajado, ha salvado al equipo de la derrota en los minutos de descuento. En el debe del equipo y del entrenador hay que destacar la inexplicable ausencia de Zapater en el once inicial -¿ es que no estaba al cien por cien? - la insistencia en contar con Luccin, que aún no está integrado en el equipo y la asusencia de Sergio García, que se acopla mejor con Diego Milito que el desafortunado Oliveira. Nadie ha echado de menos a D'Alessandro, pero sí que se nota que en la defensa falta algo o alguien - ¿Acaso Pavón y Cuartero?
De momento, un puntito más. Menos es nada. Pero está claro que esto no puede seguir así. La próxima semana comienzan las competiciones europeas y hay que mejorar más en todas las líneas. Eso sí, mientras algunos jugadores lo hagan a paso de tortuga, nos podríamos quedar como ahora: en la parte más oscura de la liga.
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