La disputa en la tarde-noche de ayer de los últimos partidos del trofeo Carranza en Cádiz no tuvo demasiada relevancia en lo deportivo. El Real Madrid ganó con mucha suerte y poco juego un partido de consolación contra el modesto equipo anfitrión. Y el Real Zaragoza tampoco estuvo a la altura de las circunstancias y evidenció falta de rodaje y de compenetración. No se tendría que haber llegado a la lotería de los penaltis. Y el Betis estuvo más acertado. Fue una lástima, porque podría tener en sus vitrinas por segunda vez este prestigioso trofeo.
Pero la tarde deportiva dio mucho más de sí. Televisión española confirmó que está a muerte con el Madrid, juegue como juegue, juegue contra quien juegue. Pero esta vez la jugada no le salió como deseaba a la entidad pública. Pensaban que el Realísimo iba a llegar a la final, pero no fue así. Y claro, había que televisar el intranscendente partido de consolación. Y no iban a televisar la final, pero reaccionaron a tiempo y la ofrecieron para toda España. En Aragón la vimos por la autonómica. Mejor que mejor. Porque para la televisión de todos los españoles sólo hay un equipo: el Real Madrid. Y, en ocasiones, el Barcelona. El resto de los equipos son meros comparsas o invitados al gran espectáculo de fichajes mediáticos que pierden las energías en otros ámbitos, pero en el campo se olvidan de lo esencial: jugar en equipo y para el equipo.
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