No me gustó ayer el partido del Real Zaragoza, especialmente en la primera parte. Un jugador listo y rápido como Dani, que ya nos marcó tres goles cuando militaba en el Betis, llevó a toda la defensa aragonesa por la calle de la amargura. El Zaragoza comenzó a hacerlo bonito, pero sin ninguna eficacia de cara a la puerta contraria. Un buen equipo de segunda división, correoso y ambicioso, tuvo al equipo de Víctor Fernández contra las cuerdas. Sólo la suerte y la rectificación a tiempo del técnico aragonés evitaron una derrota clara e inapelable.
Pero si Víctor se había equivocado en la alineación inicial, supo rectificar a tiempo y aprovechó la normativa que permitía hacer más de tres cambios. Sólo entonces el Zaragoza mostró su mejor imagen. De todos modos, mucho tendrá que cambiar el equipo si mañana quiere doblegar al Betis o al Real Madrid. Espero que el entrenador haya aprendido la lección y ponga en el once inicial a los que se encuentren en mejor forma, no a los que en teoría son mejores o tienen mejor caché. Ahí es donde tiene que demostrar Víctor que es un buen entrenador. Para eso tiene una buena plantilla, para utilizar a los mejores. No tiene por qué haber, al menos de momento, titulares indiscutibles.
Eso sí, lo que más me gustó de la noche fue la parada del penalty de Miguel. El muchacho se merecía ese espaldarazo y ese voto de confianza. ¿Saldrá de titular mañana? Lo veo difícil. Las vacas sagradas están en todos los equipos y las aventuras no se suelen prodigar mucho. El jueves lo veremos. De momento, el equipo está en la final, aunque ayer sus méritos no fueron suficientes.
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