A veces, en silencio,
no puedo soportar la dulce herida
que me produce
el negro abismo de la noche.
Es como un frágil sueño,
como una duermevela aderezada
de un poso de nostalgia.
Es como un dulce beso,
como aquella caricia de peluche
que llenaba los años de mi infancia
de un sabor a ternura
en las noches eternas de verano,
en aquel valle ya casi olvidado.
1 comentario:
qué bonita poesía, j. ignacio!
porque es tuya, verdad...
cuando se lee transmite dulzura, sosiego, esa quietud que nos inunda en las noches de verano, o de otras noches que están en nuestro recuerdo....es pura sensibilidad.
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