Ayer, por fin, el entrenador aragonés Víctor Fernández tuvo un momento de inspiración y de clarividencia. Se dejó de tópicos, de conservadurismo, de más de lo mismo y mandó a calentar a un joven canterano sencillo, exquisito, inteligente, audaz. Era el pequeño Longás. ¡Qué gran jugador! Todos acabábamos de contemplar por la Sexta cómo Cani - ¡qué joya se nos fue al Villarreal! - sacaba un córner marca de la casa y ponía en balón con magia en la cabeza de Fuentes. Pero, pocos minutos después, cuando todo estaba ya casi perdido, salió un balón mágico de las botas de Longás y fue a parar a un Diego Milito que esta vez no perdonó. El Zaragoza acababa de salir del purgatorio de la ineficacia y de la rutina. Antonio Longás acababa de salir de casi un año de ostracismo. Longás y tres más de la casa, de la cantera, se echaron el equipo a sus espaldas, como Cani en Cádiz o en Oviedo. ¿Qué harían estas dos joyas jugando juntos?
Todos los aficionados del Real Zaragoza saltamos de alegría. Por el empate, por la UEFA y por el pequeño Longás. ¿Lo dejarán marchar? ¿Ficharán a otros que ocupen su lugar sin ser mejores que él? ¿Acabará cedido en el Almería, en el Getafe o en el Recreativo? Habrá que esperar acontecimientos. De momento, la cantera ya ha hablado donde tiene que hablar: en el campo. Y si no, que se lo pregunten a Lafita, Chus Herrero o el gran Zapater.
No hay comentarios:
Publicar un comentario