No es el momento de los lamentos. No es el momento de mirar al pasado. No es el momento de llorar por los errores. Hay que mirar hacia adelante. Pero, eso sí, buscando soluciones ya. Soluciones eficaces, contundentes, aunque sean dolorosas. ¿Que hay que cesar al entrenador? Pues se le cesa. ¿Que hay que reforzar la plantilla en enero? Pues se refuerza. ¿Que hay que dar de baja a algún jugador por su escaso rendimiento o por su conflictividad? Pues se le da de baja. Lo que no se puede hacer en estos momentos es dilatar los problemas y esperar a otra ocasión para tomar decisiones. Porque la situación está peor de lo que refleja la tabla clasificatoria.
Este Zaragoza, hoy por hoy, no es capaz de ganar a nadie. Ni siquiera a un equipo de segunda división. Está roto, abatido, enfermo, sin moral. Y sería muy duro que perdiera los próximos compromisos ante rivales de mucha más entidad que los últimos. Eso supondría ingresar en el furgón de cola de la clasificación y apuntarse como segundo candidato al descenso junto con el Levante. Algo habrá que hacer ya. El Consejo de Administración tiene la palabra. Los jugadores ya han hablado en el campo. El entrenador ya se expresó ayer en una ambigua rueda de prensa. Y la afición está totalmente decepcionada. ¿A qué esperan, señores directivos del Real Zaragoza?
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