Cuando los argumentos futbolísticos son más bien escasos, cuando un equipo aguerrido y bien ordenado te planta cara y te marca tres goles en cinco minutos, cuando se peca de soberbia y de individualismo, cuando se pone en el once inicial a jugadores que no están al cien por cien, cuando se utiliza a un jugador comodín para cubrir un puesto que no es el suyo, la atención del espectador se desvía a la grada donde se puede vivir una historia paralela casi más interesante que la que se desarrolla en el rectángulo verde.
Esto es lo que ha ocurrido esta tarde en La Romareda. Después de un tropiezo inesperado, llega la decepción, las caras largas y el "ojalá me hubiera quedado en casa o en el pueblo". Pero así es el fútbol, aunque cada espectador vea un partido diametralmente distinto. En el gol sur se vivía la intrahistoria del fútbol, al margen del 2-3 definitivo, que deberían haber sido tablas. Unos planteaban en una llamativa parcarta que no querían un fútbol moderno. Habría que preguntarles qué entienden por fútbol moderno, si el balompié eficaz del Valladolid o el fútbol preciosista e inútil de los argentinos o brasileños. La respuesta creo que está clara, al menos después del partido de hoy. Otra pancarta, más realista y sincera, es la que pedía una pronta recuperación del "gran capitán" de Pradilla Luis Carlos Cuartero. Nos ha llegado a todos con nitidez, más adentro que las dudas y especulaciones sobre sistemas de juego. Y la última instantánea para el recuerdo es ver a tres canteranos calentando durante más de media hora. Han vivido la ilusión desde la otra orilla de la cal. Algún día les llegará su hora. Hoy tal vez no era el momento de su debú. Eso es lo que piensa el técnico. Algunos pensamos tal vez lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario